jueves, 27 de diciembre de 2012

Puedo volar

De entre todos los sueños que surcan mis noches, hay una categoría que destaca por encima de todas: cuando sueño que vuelo. Hace tiempo preguntaba mucho a mis amigos cómo era su experiencia onírica de volar. Había quien volaba como un misil, quien volaba como una nube e incluso a quien le salían dolorosas alas de la espalda y surcaban los cielos como águilas.


Cuando yo vuelo en sueños, lo hago como si nadase estilo perrito. Es una forma poco estética, pero que con el tiempo he aprendido que me da un gran control de movimientos. Si dejo de agitar las manos y los pies, voy bajando poco a poco hacia el suelo, obligándome a retomar la natación aérea para remontar el vuelo.

Como decía, volar en sueños destaca entre el resto de mis sueños por un único motivo: son los más realistas, hasta el punto en que hasta varias horas después todavía sigo creyendo que realmente he volado (ya os comentaré algo sobre mi teoría de los registros en otra ocasión).

Ahora bien, el sueño de hace unos días fue especial. Por primera vez no bajaba automáticamente si dejaba de nadar. Como siempre, mi vuelo comenzaba con un descomunal salto y atravesaba las nubes (que estaban a unos doscientos metros), permitiéndome una perspectiva de la gente debajo de mí. A mi lado había alguien, que también volaba como yo. No recuerdo quién era.

Me mantenía en el aire sin necesidad de nadar. Era como si levitara. No había peligro de caer. Por un momento, me sentí mal porque a mis pies, la gente no podía volar. De pronto, la persona que estaba a mi lado me decía: "Que los demás no sepan volar, no es motivo para que tú no lo hagas".

2 comentarios:

  1. Buena metáfora, esa del vuelo, que te eleva por encima de los que no pueden despegarse del suelo. Por cierto, toda mi vida he estado soñando que volaba, como si llevara un paracaídas invisible. He pasado noches verdaderamente geniales, como tú, imagino. Feliz año. (Salud(os).

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  2. ¡Lo del paracaídas invisible me encanta! A saber si alguno de nuestros ancestros en los primeros tiempos de la evolución podía volar, y nuestro cerebro de lagarto aún mantiene ese recuerdo...

    ¡Feliz año a ti también!


    OLI I7O

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