domingo, 4 de agosto de 2013

¿Dónde te escondes, maldito piso?

Siempre me ha resultado fácil encontrar piso en Madrid, porque, ahora que lo pienso, nunca he tenido que buscar piso. Ahora que lo estoy teniendo que buscar, uno se encuentra de todo.


Antes de nada, os cuento resumidamente mi historia con los pisos en esta ciudad. Y es que las circunstancias siempre propiciaron que el piso me encontrara a mí. En estos 10 años que llevo en Madrid, he llegado a los pisos en los que he vivido por motivos ajenos a mi voluntad:

  • El primero me llegó por un conocido de un amigo de Murcia, que dejaba piso en Madrid.
  • El segundo, harto de la convivencia en el anterior piso, me llegó por un anuncio que vio una amiga por la calle, donde buscaban compañero de piso.
  • El tercero me esperaba a mi regreso de NY.
  • El cuarto fue algo providencial. Me encontré con un amigo justo cuando iba a ver un zulo y ahí me quedé, solo porque ese amigo vivía en ese barrio.
  • El quinto fue por casualidad: salí del zulo y vi abierto el piso contiguo, exterior, gigantesco, luminoso. Allí estaba la casera. Pedía solo 100 € más. Mudanza fácil, de puerta a puerta.
  • El sexto fue concertado antes de volver de mi viaje por Latinoamérica.
  • El séptimo: véase apartado "El segundo".

Ahora me enfrento a mi primera búsqueda real de piso. Os cuento un poco lo que busco:

  • Zona Lavapiés. Esto es imprescindible. Como siempre digo, "Madrid me mata, Lavapiés me devuelve la vida". He rechazado pisazos baratísimos a dos calles de Lavapiés.
  • Exterior de balcón. Por el punto anterior, necesito estar conectado con el barrio. Que me pueda llamar un amigo desde la calle para bajar a tomar cañas. No me sirve cualquier palomar interior o muy elevado.
  • Suelo de tarima/parqué, etc. Esta característica podría ser prescindible... no así la siguiente...
  • Sin gotelé en las paredes. MUERTE AL GOTELÉ. Aún se debe de estar partiendo de risa el que inventó el gotelé. La peor broma de los hogares españoles de los setenta desde las lámparas de lava. En serio, soy el único que odia el gotelé, o soy un poco tripofóbico?
  • Puestos a pedir: calefacción, aire acondicionado, gas ciudad, determinada orientación, ubicado en determinada calle (unas me gustan más que otras...)

¿Soy ambicioso? Depende. Lo soy en la medida de que no hay una gran oferta de pisos así. Así que probablemente me tocará renunciar a alguno de esos básicos antes del 1 de septiembre, fecha en la que ya tengo que estar durmiendo bajo mi nuevo techo.

¿Y qué me estoy encontrando? Pues todo un despliegue de eufemismos para describir pisos, ya sea en las típicas webs de alquiler, o apatrullando Lavapiés buscando carteles en las puertas de las fincas. Algunos de los eufemismos más destacables y su interpretación serían estos:

  • "Precioso ático." Ático = Frío gélido en invierno + Calor achicharrante en verano + zonas inaccesibles si no eres originario de la Comarca, en la Tierra Media. Estos días me han llegado a enseñar áticos a las 21:00 y aún así sudar la gota gorda.
  • "Zona inmejorable de Madrid." Hombre, si estoy buscando piso en este barrio es por algo. Es como intentar venderle la moto a un mecánico.
  • "Para entrar a vivir ya." = "Estoy con el agua al cuello y necesito un inquilino aunque me pague en rupias".
  • "Piso interior pero muy luminoso." Que sí, que sí. Que tu piso solo tiene un ventanuco inaccesible pero que ilumina toda la casa como un Patronus.
  • "Finca con gente trabajadora." = "Si eres extranjero, ni te molestes en llamar. Argentinos robanovias tampoco" (Lo primero me lo han dicho algunos caseros literalmente, ¿eh? Lo segundo lo he añadido yo. Muerte a los argentinos robanovias).
  • "Finca con ascensor." Ahí sí. Aunque sea un ataúd de dos palmos por cuatro, si cabe en el hueco de la escalera, se considera ascensor. Y eso es un lujo en este barrio.
  • "Ideal para parejas o para una persona sola." = "Más vale que os queráis mucho porque vais a estar más apretaos que Shin Chan en la fiesta de la espuma".

Luego están las condiciones que piden para alquilártelo:

  • Fianza. El clásico. Varía entre uno y dos meses. Solo cubre, en teoría, daños estructurales al dejar el piso.
  • Aval. Ya no se pide aval. ¿Y por qué? Porque es un coñazo de papeleo que gestionas con el banco, y al que el casero no tiene acceso. ¿Entonces, qué se han inventado? Ni más ni menos que...
  • Garantía. Es el equivalente al aval, solo que el casero se lo guarda bajo el colchón. Así no tienen que entregarlo a un banco y pueden disponer de él cuando quieren. Lo mismo, ni declaran el piso a Hacienda.
  • Nóminas. Suelen ser las tres últimas nóminas, algo que no entiendo demasiado. ¿No les vale la última? Pero bueno, estamos en el año 2013, en la España azotada por la crisis (y lo que queda), así que ¿qué mejor garantía que un trabajo fijo?

No sé cómo acabará este periplo, pero sí sé cuándo: me quedan apenas unas semanas para encontrar un piso que cumpla las características que busco, convencer al casero de que yo soy el elegido para gastarme un pastón en su casa y volver a las calles que me han dado lo mejor de esta ciudad.

2 comentarios:

  1. Me encanta lo de "si no fuera pobre, lo compraría" :)
    Co.

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  2. Pues tienes tú un trabajazo con la búsqueda de morada. En la distancia, solo puedo desearte suerte, pronta suerte. Yo creía que había pisos "a patás".

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