domingo, 7 de abril de 2013

Inflación emocional / La favela del amor

En economía, se conoce por inflación al incremento de los precios de bienes y servicios respecto al valor de la moneda del país. Es decir, cuando una misma cosa te cuesta más dinero hoy que ayer.

No voy a hablar de economía (más que nada porque no entiendo mucho del tema), pero lo de "inflación económica" me sirve para extrapolarlo al ámbito emocional. Todo es una cuestión de oferta y demanda.



La inflación emocional es esa variable que nos hace tener que dar cada vez más para obtener lo mismo que obteníamos antes. Al igual que la inflación económica, la inflación emocional aumenta de forma natural con el tiempo. Con nuestros primeros amores adolescentes, basta recibir un beso para entregarle a la otra persona nuestro corazón, y viceversa.

Al hacerse uno mayor, y por tanto al incrementar la experiencia, ya no basta un beso para que la otra persona se rinda a nosotros. La inflación emocional hace que las necesidades de cada uno aumenten para ser correspondidos. Cada vez tienes que entregar más y más para recibir el cariño esperado.

¿Cómo soluciona la inflación económica un país? De entre las posibles soluciones, la más común y lógica es reducir la demanda, lo que en el ámbito emocional equivaldría a "bajar el listón". Y es aquí donde llegamos a otro concepto: la favela del amor.

(Foto de silencioseviaja.com)

La favela del amor: ese vertedero donde rebuscamos entre mugre y cartones para conseguir algo que nos satisfaga mínimamente. En la favela del amor nada es lo que parece. Los beneficios llegan rápido, pero el precio a pagar a veces es muy alto. Coreografías de sonrisas estudiadas, invitaciones de cubatas, frases efectivas... Todo vale para obtener placer barato, hasta que algún día el sistema vuelva a repuntar y podamos salir de ahí.

Un lugar terrible, la favela del amor. Pequeñas muertes que juntas hacen una gran y definitiva muerte. El vacío. La supresión de la identidad. Estuve allí hace tiempo y prometí que no volvería jamás. Prefiero, de lejos, una elevada inflación emocional que cumpla mis demandas, independientemente de la oferta.

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